miércoles, 22 de junio de 2016

Ciento ochenta inciertos.

La recibió con una rosa. Él no había comprendido aún que lo bello no va consigo. Sus ojos opacos e idos no le permitían averiguar sus intenciones. Se sentaron, ella esperaba que la tormenta empezará más no sucedió. El cielo los juntaba con un halo de luz que venía desde un faro de la Lima que es París que iluminaba sus siluetas en el mar negro haciendo de nuestras sombras un reflejo. Destino nos dibujó, nos imprimió con lápiz de cartón, nos juntó. Solo espero que no venga una nube y nos borré.